Los profesionales de la salud insisten en considerar la
obesidad como una enfermedad, un mal que, en el caso de las mascotas,
concretamente en los perros, no hace más que aumentar. Se estima que algo más
del 59 % de los perros domésticos en España sufren este problema, en gran
medida debido al fuerte vínculo emocional que se establece entre el propietario
y el animal, que tiende a alimentarlo siempre que el perro le pida comida,
siendo esto un grave error.
Esta enfermedad, considerada la más común entre los perros, se
define como la excesiva acumulación de tejido adiposo en el cuerpo del animal y,
a nivel mundial, se calcula que padecen este problema en torno al 45 % de todos
los perros de la zona euro, Estados Unidos, Australia y Brasil.
Sus causas
Como decíamos al principio de este artículo, la
responsabilidad del sobrepeso y la obesidad en los perros es exclusivamente de
sus propietarios, no solo porque por amor a estos amigos se les ofrezca comida
siempre que se tiene oportunidad, sino, también, por la calidad de esta comida,
por el desconocimiento de saber cuál es su peso ideal, por tener como vivienda
habitual un espacio demasiado reducido, por haber sido esterilizados o por no
proporcionarles el ejercicio diario que necesitan.
En relación a la dieta que debe seguir un perro y que,
lógicamente, dependerá de factores como la edad, la constitución física o la
raza a la que pertenezca, podemos recomendar como norma general que, al tener
un metabolismo cetónico, debemos procurarle una alimentación rica en proteína
que, como primer beneficio, mejorará la composición corporal.
Por último, también existe una pequeña probabilidad de que
se sufra un problema congénito, por lo que en este caso el dueño no tendrá
culpa alguna, como por ejemplo los articulares, como la osteoartritis, o las
enfermedades metabólicas, como la disfunción del tiroides.
Los riesgos
Los riesgos a los que se enfrentan nuestros compañeros
caninos se deben principalmente al denominado estrés mecánico y a los cambios
metabólicos producidos por el exceso de grasas, que son muchos y variados.
El primer efecto que tendrá sobre el animal su propia
obesidad serán las enfermedades osteoarticulares, lo que supone una sobrecarga
en sus articulaciones, lo que facilitará la aparición de este tipo de
afecciones, la mayoría bastante dolorosas. Esto llevará a que el perro no se
ejercite, redundando aún más en su obesidad, entrando en un círculo vicioso de
difícil salida. Esta situación conlleva a una serie de posibles males, como la
intolerancia al esfuerzo y enfermedades cardiovasculares, trastornos cutáneos,
mayor riesgo de cálculos urinarios e incontinencia, diabetes mellitus,
disminución de las defensas, problemas de reproducción, tumores, complicaciones
quirúrgicas y un aumento en las dificultades para el manejo y exploración
clínica.
Así mismo, el perro puede sufrir dificultad al respirar,
intolerancia al calor, hipertensión, reacciones adversas a la anestesia,
enfermedad hepáticas, etc.
Soluciones
El primer paso para solucionar con eficacia el problema de
la obesidad en nuestros perros será la detección temprana del sobrepeso y, para
ello, pesar a nuestro can regularmente es fundamental. Y es que la obesidad
canina se diagnostica mediante estas mediciones y / o al estudiar y comparar a
lo largo del tiempo su condición física. El veterinario o el mismo dueño de la
mascota podrá examinar al animal palpándole las costillas, zona lumbar, cola y
cabeza, resultados que se compararán con la medida estándar de la raza. Para
calificar a un perro de obeso debe tener entre un 10 y un 15 % de exceso en su
peso.
Una vez detectada la obesidad se deberá plantear un
tratamiento centrado en la pérdida de peso y mantenimiento del estándar a lo
largo del tiempo. Será el veterinario el más capacitado para crear una dieta
con el objetivo de calcular el horario de las comidas, paso previo para crear
un plan a largo plazo con la dieta más eficaz.
Como dijimos al principio, las dietas ricas en proteína y
también en fibra dietética, pero baja en grasa, suelen ser las más recomendadas.
Por un lado, la proteína estimulará el gasto de energía y aumentará el
metabolismo, aumentando la quema de grasas, además de producir un aumento en la
sensación de saciedad. Por otro lado, la fibra dietética estimulará el
metabolismo intestinal al mismo tiempo que el consumo de energía.
Así mismo, es vital aumentar el tiempo e intensidad de
actividad física. Como norma general, deberemos caminar con ellos entre 15 y 30
minutos dos veces al día, y dedicar un buen rato a jugar con ellos, aunque este
tiempo e intensidad dependerán, lógicamente, del tipo de perro que tengamos
como mascota, edad y raza, fundamentalmente.
Cualquier tipo de duda o consulta no dude en ponerte en contacto con nosotros, tienes un formulario o directamente escríbenos al email 3patas@3patas.es o llámanos al 687 234 215